
Facebook: Ascenso, dominio y ocaso de la red social que cambió Internet
Salta Man

De la revolución estudiantil a la hegemonía global (2004–2012)
Facebook nació en febrero de 2004 como TheFacebook, un proyecto universitario creado por Mark Zuckerberg junto a otros estudiantes de Harvard. Su objetivo inicial era conectar a los alumnos de esa universidad en una red social cerrada. Muy pronto, se expandió a otras universidades de Estados Unidos y, en septiembre de 2006, se abrió al público general. Esa decisión lo catapultó como fenómeno global.
Durante los años siguientes, Facebook fue consolidando su hegemonía. Introdujo el "News Feed", que cambió para siempre la forma de consumir contenido, permitió la creación de páginas y grupos, y estableció el sistema de publicidad dentro de la plataforma. En 2009 lanzó el icónico botón "Me gusta", y poco después introdujo la posibilidad de incrustar comentarios y botones sociales en sitios web externos. Su estrategia era clara: no solo quería ser una red social, sino también la capa social que atravesara toda la web.
En 2012, Facebook alcanzó los mil millones de usuarios activos y salió a bolsa con una de las ofertas públicas iniciales más grandes de la historia del sector tecnológico. Su dominio parecía indiscutible.
Facebook se vuelve ubicuo (2013–2018)
Ya no era solo una red social: Facebook era un ecosistema. Durante esta etapa, amplió su alcance comprando Instagram y WhatsApp, consolidando un imperio que parecía controlar todas las formas de interacción social digital. Además, lanzó servicios como Facebook Live y Messenger como aplicación independiente, expandiendo su presencia en video y mensajería.
Al mismo tiempo, se transformó en el principal canal de tráfico para medios de comunicación, cambiando la forma en que se difundían las noticias. Sin embargo, esta expansión también trajo consecuencias. El escándalo de Cambridge Analytica en 2018 reveló el uso indebido de datos de millones de usuarios para manipular elecciones. Además, comenzaron a surgir acusaciones sobre su rol en la polarización política, la difusión de noticias falsas y la manipulación del discurso público.
A pesar de todo, la plataforma seguía creciendo. Pero algo había cambiado: Facebook ya no era una herramienta fresca y cool para los jóvenes. La Generación Z empezaba a ignorarla.
De red dominante a red envejecida (2019–2022)
En estos años, Facebook empezó una etapa de declive progresivo. La pérdida de usuarios jóvenes se hizo más notoria. Los adolescentes y veinteañeros preferían redes más visuales y dinámicas como Instagram, TikTok o Snapchat, mientras que Facebook quedaba relegado a un público de mayor edad.
Al mismo tiempo, su imagen pública se fue desgastando. La plataforma se convirtió en sinónimo de teorías conspirativas, contenidos divisivos y manipulación algorítmica. Ante las crecientes críticas y presiones regulatorias, la empresa anunció en 2021 un cambio de nombre: de Facebook Inc. a Meta Platforms, en un intento por reposicionarse como líder del “metaverso”, un concepto que aún hoy no logra consolidarse.
Paralelamente, Facebook comenzó a desactivar o abandonar varios de sus productos y servicios. Herramientas como Facebook Audience Network, Instant Articles y funciones laborales o de mensajería para páginas fueron descontinuadas. Cada una de estas decisiones evidenciaba un repliegue de la plataforma, un abandono silencioso de funciones que ya no resultaban rentables o relevantes.
El retiro de los botones sociales: el fin de una era (2023–2026)
En noviembre de 2025, Meta confirmó una decisión simbólicamente poderosa: a partir de febrero de 2026, dejarán de funcionar los botones “Me gusta” y “Comentar” en sitios web externos. Esto marca el final de una de las funciones más representativas de la expansión social de Facebook fuera de su propia plataforma.
Durante años, esos botones permitieron que los usuarios interactuaran con contenido de blogs, medios y tiendas online utilizando su cuenta de Facebook. Facilitaban la viralización, generaban tráfico y promovían una visión de Internet interconectada socialmente. Su desaparición implica que Facebook ya no actuará como un tejido social distribuido a través de la web, sino como un espacio cerrado, introspectivo y en retroceso.
Aunque la medida no afecta la funcionalidad dentro de la propia red social, su impacto simbólico es profundo. El Facebook que aspiraba a estar presente en cada rincón de la web —como una especie de pegamento social— está dejando de existir.
¿Qué queda de Facebook hoy?
En 2025, Facebook sigue funcionando, pero su relevancia cultural y tecnológica es marginal. La plataforma es usada principalmente por personas adultas, sirve para gestionar grupos comunitarios, eventos y compraventas locales, y ha perdido su carácter aspiracional. Ya no marca tendencias ni genera conversaciones globales. Es una herramienta funcional, no una red influyente.
Meta ha trasladado su foco a Instagram, WhatsApp, la inteligencia artificial y nuevas apuestas de negocio. Internamente, Facebook es visto como un producto heredado: complejo, antiguo, difícil de modernizar. Un gigante de otra época que todavía camina, pero sin dirección clara.
El fin del imperio social
Facebook no murió repentinamente. Su caída es el resultado de un proceso largo, donde el desgaste, el contexto cultural cambiante y los propios errores estratégicos lo fueron desplazando del centro del escenario digital. Lo que fue una herramienta de conexión masiva, una fuente de poder sin precedentes y un fenómeno sociológico de escala mundial, hoy es apenas una red que sobrevive por inercia.
Al igual que otros titanes tecnológicos del pasado, como MySpace o Yahoo, Facebook será recordado como una pieza fundamental en la historia de Internet. Pero también como un caso paradigmático de cómo el poder digital puede erosionarse rápidamente cuando la innovación no se adapta a las nuevas generaciones y cuando la confianza pública se pierde.
La historia de Facebook es la historia de una red que tocó el cielo digital… y que hoy transita silenciosamente su ocaso.





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